19 de octubre de 2013

¿Existieron los vampiros? Comportamientos humanos relacionados con el vampirismo


¿Existieron los vampiros? Comportamientos humanos relacionados con el vampirismo


De una u otra manera, la figura mítica del vampiro está presente prácticamente en todas las culturas del mundo a lo largo de la historia. No es necesario ser de los más escépticos para intentar explicar la cuestión, pero durante cientos de años se ha buscado una explicación científica que determine razonablemente cuál es la verdad en cuanto al mito del vampiro.
Precisamente de este modo es como se logró dar con determinadas condiciones médicas desconocidas para la ciencia, que explicaban por qué en algunas personas se presentaban extraños comportamientos relacionados con el llamado “vampirismo”. Es decir, saltar desde el mito y la ficción, a la realidad y los descubrimientos médicos.

No es necesario aclarar que los vampiros no existen (aunque te recomiendo releer las historias de Grando, Bathory y Tepes), pero conocer algunas de esas extrañas enfermedades y conductas alteradas en los humanos, que a los más supersticiosos les provocará destellos en la imaginación, ¡vaya que sí lo es! Hoy quiero invitarte a conocer algunas de las razones por las que la humanidad, a lo largo de la historia, pudo haber creado, moldeado y creído en la figura del vampiro.

La leyenda de los vampiros

Comencemos por repasar cómo es un vampiro en términos generales de acuerdo a las ficciones y los relatos mitológicos. La figura del vampiro proviene del antiguo folclore europeo. Se trata de una criatura mítica de corte sobrenatural con características peculiares que varían alrededor del mundo. Se cree que todo comenzó en Rumania, con la historia del despiadado Conde Vlad Tepes.
La leyenda cuenta que un vampiro es un ser siniestro que, a pesar de haber muerto, se mantiene indefinidamente con vida, alimentándose de la sangre de sus víctimas. Además, de acuerdo a estas historias, tiene un carácter demoníaco y vive aislado, en soledad y en las sombras. Entre las supuestas características de esta criatura, encontramos una profunda aversión a los ajos, las cruces y la luz del Sol, así como una insaciable necesidad de beber sangre.
Con el paso del tiempo el mito creció en otras partes del mundo. Gracias a la enorme popularidad alcanzada por esta criatura en los últimos 30 o 40 años, el vampiro del folclore clásico y de los pueblos de Europa del este se ha convertido en algo muy distinto y menos atemorizador. Veamos a continuación algunas enfermedades relacionadas con el mito clásico del vampiro.

Rabia, locura y mordiscos

La hidrofobia, conocida popularmente como rabia, es una enfermedad infecciosa que ataca al sistema nervioso central y que es transmitida a los seres humanos por determinadas especies de animales. Se transmite por un virus (Rhabdoviridae) que provoca encefalitis y no sólo tiene síntomas físicos y psicológicos en la persona, sino que incluso puede provocar la muerte.
La rabia influye en la persona de una forma tal en la que la misma termina asemejándose a lo que conocemos como el mito del vampiro, debido a los extraños comportamientos que se desarrollan si no se trata, entre ellos: morder a los demás. Por otro lado, el virus de la rabia también puede producir hipersensibilidad a la luz y otros problemas relacionados con los estímulos visuales, así como con otros de los sentidos.
Sobre esto, algo curioso es lo que sucede por ejemplo con los espejos. La víctima de hidrofobia puede sufrir fuertes ataques de ira y distintos comportamientos agresivos característicamente delirantes. El virus de la rabia, al alojarse en el cuerpo, también produce problemas en los patrones de sueño, por lo que las personas afectadas sufren de insomnio y se mantienen despiertos por la noche. Por último, la mordedura de un murciélago infectado con este virus es una de las maneras de contraer el virus de la rabia. Así, es probable que se asociaran los síntomas de esta enfermedad con las características típicas de los vampiros.

Vampiros sin reflejo

Dentro de las muchas variantes del mito, se señala que al no poseer alma, el vampiro no se refleja en los espejos, por lo que también sienten aversión hacia éstos. Sin embargo, en la realidad existe un diagnóstico médico relacionado con esto: la eisoptrofobia (más conocida como catoptrofobia), una fobia por la cual las personas temen y detestan los espejos.
La eisoptrofobia es un trastorno psicológico provocado por un evento muy traumático en la niñez. La persona afectada es incapaz de mirarse en el espejo por el profundo terror que le provoca. Al enfrentarse con un espejo, puede llegar a sufrir un ataque de ansiedad o un ataque de pánico. Este también es un síntoma que se hace presente en algunos casos de rabia y otra enfermedad extraña que provoca que la persona y sus comportamientos extravagantes puedan relacionarse al vampirismo.

Sed de sangre

La porfiria es una enfermedad muy peculiar en la cual la persona siente un profundo deseo de beber sangre humana. Puede resultar de lo más extraño, pero en el año 1985 varios casos de porfiria estremecieron a las comunidades europeas, que volvieron a establecer un nexo entre los vampiros y las personas afectadas con esta enfermedad. Una enfermedad muy real y de origen genético.
Esta enfermedad produce cambios y anomalías en los niveles de hemoglobina de la sangre. Entre otros aspectos, la persona presenta alta sensibilidad al Sol, sufre de ampollas en la piel tras una larga exposición al mismo y también puede presentar un fuerte color rojo en la orina.





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